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El sujeto cognitivo

| 3/6/07
El nivel más general de descripción de formas de organización mental, funcionalmente autónomas, en que puede situarse la Psicología Cognitiva, es el del sujeto cognitivo como tal. Y antes que nada, conviene que nos enfrentemos a una pregunta más bien inquietante: ¿quién es ese sujeto? Desde luego, no es el que solemos entender por tal en nuestra vida cotidiana. No suele serlo, por lo menos. Es decir: no suele identificarse el sujeto cognitivo con ese marco de auto-referencia al que atribuimos, en nuestros intercambios sociales y reflexiones personales, unas ciertas intenciones y metas, un determinado sentido de la identidad personal, una conciencia de segundo orden de ciertos contenidos, objetivos y razones de conducta. Dicho en otras palabras: el sujeto cognitivo no se identifica con el "sujeto de atribución de la Psicología natural" (Humphrey, 1984). El sujeto cognitivo no puede identificarse con el sujeto personal.

Como ha destacado Dennet (1978), las explicaciones cognitivas se sitúan en un nivel sub-personal: "Si uno está de acuerdo con Fodor en que el objetivo de la Psicología Cognitiva es representar procesos psicológicamente reales que se dan en las personas, y puesto que la adscripción de creencias y deseos sólo está relacionada indirectamente con tales procesos, bien podemos decir que creencias y deseos no son objeto propio de estudio de la Psicología Cognitiva. Dicho de otro modo, las teorías cognitivas son o deben ser teorías del nivel sub-personal, en que desaparecen las creencias y los deseos, para ser reemplazados por representaciones de otros tipos y sobre otros temas".

Algunos investigadores no están de acuerdo en que las teorías cognitivas deban o puedan situarse en ese nivel sub-personal (Coulter, 1984), pero lo cierto es que históricamente no se ha dado la identidad sujeto cognitivo-sujeto personal, y eso es lo que aquí nos interesa.

Sin embargo, una vez establecido lo que no es el sujeto cognitivo (lo que no ha sido en la historia de la Psicología Cognitiva), vuelve a plantearse nuestra pregunta anterior: ¿qué es entonces?, ¿cómo se ha definido históricamente? En pocas palabras, podemos decir que se ha definido en términos de una cierta arquitectura funcional (por emplear la feliz expresión de Pylyshyn, 1980), que expresa una forma de organización del sistema cognitivo como tal, y que -por ello mismo- establece unos límites de competencia en el funcionamiento cognitivo del sujeto. Esta definición es intencionadamente muy general, de modo que permite incluir concepciones de las distintas "psicologías cognitivas".

En efecto: una característica de todos los sub-paradigmas cognitivos es la suposición de que el agente de conducta no es un organismo vacío, ilimitadamente moldeable, sino que se define funcionalmente por una cierta organización, una determinada estructura o arquitectura. El "diseño" de esa arquitectura es variable, según los intereses temáticos y marcos teóricos de los modelos cognitivos, pero la suposición de ese diseño es un recurso explicativo necesario para dar cuenta de la conducta y las funciones de conocimiento es común: de él hablan Vygotski y Luria, cuando se refieren al caracter "sistemático" de la conciencia y a su estructura interfuncional (Vygotski, 1934), o Piaget cuando define estructuras operatorias, que delimitan la competencia lógica en el desarrollo (Piaget, 1968, 1971) y Chomsky, cuando trata de definir, a partir de ciertos universales lingüísticos, un mecanismo innato de adquisición del lenguaje (Chomsky, 1981), o Anderson (1976), cuando trata de demostrar la equivalencia de su modelo ACT con la máquina de Turing.

Material consultado:
Rivière, A. (1990) El sujeto de la Psicología Cognitiva. Madrid: Alianza. Cap. 1. El concepto de Psicología Cognitiva. Pp. 19-32.

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